Para preparar la visita de la Reina a Corea, el palacio de Buckingham encarga una docena de pares de guantes blancos de algodón. Los guantes son despachados. En vísperas de la partida de Su Majestad, Cornelia James recibe una angustiada (nota - 'angustiada' no 'presa del pánico' - el Palacio nunca entra en pánico) llamada del Palacio de Buckingham: los guantes no han llegado. Cornelia James se tambalea y luego se repone. Se encuentran guantes de repuesto pero - a última hora de la tarde del sábado - la entrega es un problema. Al amanecer del domingo - el día de la partida de la Reina - Andrew Lawson, el marido de Genevieve James, salta heroicamente al sillín de su potente motocicleta* y sale rugiendo en dirección a Londres y al Palacio. A su llegada, se entera de que Londres está cerrado por el maratón londinense y que el Palacio se encuentra en el centro de una zona de exclusión, rodeado por una delgada línea azul de policía.
"Agente - debo llegar al Palacio. Tengo una entrega muy importante para Su Majestad"
"Por supuesto que sí señor - ahora muévase por favor"
"No - debe entender - realmente tengo algo de vital, importancia nacional"
"Ahora entonces señor - no tengamos ningún problema"
Finalmente el oficial de policía es persuadido. Las filas serradas de policías retroceden y se alza el grito - "¡Abran paso a los guantes de Su Majestad!".
¡Cornelia James cumple!
*BMW R100GS - la normal, no la versión París-Dakar. Aún no tenemos clientes en Dakar, pero cuando los tengamos... El sargento de guardia de la policía en el Palacio aquel día era propietario de una Moto Guzzi Quota, una gran "trailie" bastante parecida a la GS, había visto las negociaciones en cctv y estaba deseando discutir los méritos relativos de las respectivas motos.